APLICAN TECNOLOGÍA PARA CONTROL DE VIOLENCIA



Redacción PamiSalud   Junio 12 2023

El México, Jesús Fonseca Cosío, especialista en neurocirugía, es de los pocos que efectúan “hipotalamotomía” a menores de edad para controlar el Trastorno de Agresividad Refractaria, enfermedad con la que nacen el 10 por ciento de algunos autistas y que se caracteriza por la autoflagelación, conductas violentas hacia la madre, hermanos y desconocidos; gritar groserías y efectuar actos peligrosos que pueden derivar en suicidio u homicidio.

“La mayor parte de los pacientes que hemos operado son menores a 20 años, incluso, hemos operado pacientes de 14 años, de 13 años. Son pacientes con cierto grado de retraso mental. Son pacientes cuyas familias ya no saben qué hacer con ellos, a pesar de que han tenido tratamiento psiquiátrico con diferentes medicamentos. El niño sigue agrediéndose, se golpea contra las puertas, éste le pega a su mamá, le pega al hermanito, se autoflagela”, explicó el especialista que utiliza durante la intervención la tecnología de Estimulación Cerebral Profunda (ECP) utilizada para el control de movimientos involuntarios entre pacientes con Parkison y, en este caso, para padecimientos psiquiátricos en los que resulta imposible controlar la agresividad con la que se nace.

“Me tocó una niña que se rascaba, se rascaba la cabeza, hasta que se producía heridas. Se cortan ellos mismos. En las noches, a veces, tienen que encerrarlos bajo llave o bajo candado porque no duermen bien, empiezan a gritar en la noche. No sabes si en la noche van a agarrar un cuchillo y te pueden hacer algo. Entonces ya es algo peligroso para él y para sus familias”, explicó en entrevista con Milenio.

Fonseca Cosío rechazó que se trate de una lobotomía, polémica operación basada en seccionar el lóbulo cerebral de los pacientes.

“No, no, esto se llama hipotalamotomía, sí; es un núcleo muy pequeñito de su cerebro, podría decirte que del tamaño de una lenteja dentro del cerebro y ahí es donde hacemos una lesión, una pequeña lesión” dijo tras referir que para efectuar dicha intervención se analiza el historial clínico del paciente por parte de un Comité de Ética, instalado en el hospital privado, que autoriza el procedimiento luego de que nada los disponible funcionó y se cuenta con el consentimiento de los padres.

-¿Son niños psicópatas?
“No son psicópatas. Se llama Trastorno de Agresividad Refractarios. Es un niño que tiene un problema mental de base, sí. Un psicópata es diferente, porque es alguien que tú lo ves normal, actúa normal, pero, pues, en su casa, a lo mejor, puede asesinar a alguien, matar a alguien, no.

“Esa es la diferencia de un psicópata, a (un paciente con) un Trastorno de Agresividad Refractaria. El paciente no controla sus impulsos. No sabe cómo controlarlos. Es una enfermedad con la cual los niños nacen. Falta de desarrollo en ciertas zonas del cerebro; a veces, está relacionado con el autismo. El 10 por ciento de los niños autistas, pueden tener este Trastorno de Agresividad Refractaria, sí, que es un problema con el cual ya nacieron”.

La intervención no los vuelve funcionales: “Los niños, si bien no se curan, por la enfermedad del autismo que tienen, esto no se va a controlar, los niños son más manejables; porque, anteriormente tú le dices: “¡a ver, ven para acá!” Y te sueltan el manotazo. Te avientan. Te empujan. Tengo una paciente que tiene fracturas múltiples; la mamá tiene fracturas de que el niño la aventó, rodó por la escalera, entonces tú ya le puedes decir “¡a ver, ven mijito!” Y ya el niño te hace caso sin responder agresivamente; reduces esa impulsividad que tienen los pacientes, son más manejables, más dóciles” y, por lo tanto, dejarían de desnudarse en lugares públicos, de lanzar improperios, groserías, ya no agreden.

“Desafortunadamente, como dije, no se van a curar por el trastorno subyacente que tienen, como es el autismo, pero ya le permite a la familia, no sé, sacarlos a una plaza, llevarlo al centro comercial, llevarlos a lo mejor a alguna actividad recreativa, cosa que antes no. Son gente que no sale, son gente que los tiene encerrados, porque no sabes en qué momento se va a descontar al que va pasando”, aseveró.

Luego de subrayar que este tipo de trastorno tiene una incidencia muy baja, “de 100 niños autistas, entre 8 y 10 van a presentar agresividad refractaria”, Fonseca Cosío explicó que “en mi experiencia llevo 3 casos” intervenidos.

“No es tan común. Es poco frecuente, es como la última línea de tratamiento para estos pacientes. Los ve un psiquiatra. Les da tratamiento, pero aun así no se controlan. Son niños incontrolables. Repito. No es que el niño quiera agredir a la persona, sino que simplemente no puede controlar sus impulsos”. El menos más reciente fue intervenido en noviembre del 2022.

Para efectuar una intervención de dicha magnitud se analizan todos los aspectos. “El Comité de Ética de los hospitales evalúa las repercusiones que pueden tener este tipo de cirugías. Porque un paciente, con una de estas cirugías, incluso puede fallecer.

“Son zonas muy delicadas, donde no sólo controlan esta impulsividad, sino que controla la frecuencia cardíaca, controlar la presión arterial. Entonces, realizar este tipo de intervenciones, pues sí puede implicar un riesgo para los pacientes, por eso se someten a un Comité de Ética y los papás, obviamente, tienen que firmar los consentimientos informados, los consentimientos legales donde se autorizan que se realice este tipo de procedimiento”, añadió.

La Estimulación Cerebral Profunda (ECP), comentó, se utilizan también para el tratamiento de la epilepsia y, actualmente, ya hay protocolos de estudio para otros trastornos como los de la alimentación, la obesidad o anorexia, adicciones y posiblemente hasta demencia. En este último caso en Canadá ya se están implantando los dispositivos y en México, tal vez, se arranque dentro de cinco años.

“Principalmente lo que haríamos es estimular ciertas áreas de nuestro cerebro que intervienen en la memoria, así como regiones en el lóbulo temporal que son las encargadas de decir qué de nuestro día a día, lo que vamos a recordar de nuestro día a día.

Entonces estos electrodos o estos dispositivos lo que tratan de hacer es que estimulen esas áreas que se encargan de discriminar los recuerdos y decir cuáles sí se van a recordar.

“Tratar de que el paciente no siga evolucionando en este en este proceso de olvidar cosas y de olvidar cosas significativas. Seguramente, en un futuro, podríamos decir estamos tratando el Alzheimer, estamos tratando la demencia. La idea es que la persona no olvide cosas fundamentales y que la podrían en riesgo, como dejar abierto el gas, dejar prendida la estufa todo el día, olvidar dónde pusimos nuestras llaves, o bien olvidar a su familia, su nombre, el de sus hijos, dónde vive”.

La tecnología también puede aplicarse para el control de adicciones y combatir problemas de la obesidad.



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