Redacción Pamisalud Abril 19 2024
| |
• Se caracteriza por la aparición de crisis de angustia inesperadas y recurrentes
• Afecta la capacidad para resolver problemas
En México alrededor de 3.6% en la población general padece trastorno de pánico, enfermedad que se caracteriza por la aparición de crisis de angustia inesperadas y recurrentes con episodios de miedo, aprehensión o malestar intenso de forma repentina y alcanzan su máxima intensidad en los primeros 10 minutos.
De acuerdo con los resultados del estudio “Evaluación de funciones cognitivas: atención y memoria en pacientes con trastorno de pánico”, realizado por investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría y de la UNAM, este padecimiento afecta la memoria verbal y las funciones ejecutivas, es decir, la capacidad de resolver problemas que requieren la búsqueda estratégica interna de palabras y sonidos.
Los pacientes muestran alteraciones significativas en tareas que requieren la capacidad de cambiar de foco de atención, inhibir respuestas inadecuadas, flexibilidad en los procesos cognitivos, memoria a corto plazo y para encauzar sus recursos cognitivos en otro tipo de actividad de mayor beneficio en la vida cotidiana, como lo es la memoria de trabajo, debido a que casi de manera constante, ocupan el contenido de su cognición en la imaginación de grandes tragedias y catástrofes, inclusive la posibilidad de su propia muerte.
Las investigadoras Elizabeth Palomares Castillo, Patricia Edith Campos Coy, Elsa Tirado Duran y Danelia Mendieta Cabrera, del Servicio de Psicofisiología Aplicada del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, así como Feggy Ostrosky Shejet, del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la UNAM, detallaron que los pacientes tienen deficiencias en la fluidez verbal y no verbal, semántica y fonológica. Por otra parte, en la prueba de detección visual, tardaron más tiempo para identificar la figura correcta.
Además de las alteraciones que provoca el trastorno de pánico, algunos de los pacientes también tienen otros problemas psiquiátricos como depresión mayor, fobia social, trastorno por ansiedad generalizada y abuso de sustancias.
Quien padece un trastorno de pánico tiene palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardiaca, sudoración, temblores, sensación de ahogo, falta de aliento o de atragantamiento, opresión o malestar torácico, náuseas o molestias abdominales, inestabilidad, mareo o desmayo; despersonalización, miedo a perder el control o volverse loco, a morir, escalofríos y sofocaciones.
Después de un mes de la aparición de las crisis tienen otras complicaciones como inquietud persistente ante la posibilidad de sufrir un episodio de TP, es decir ansiedad anticipatoria; preocupación por las consecuencias, como miedo a perder el control, a sufrir un infarto del miocardio o a “volverse loco”. Además existe un cambio significativo del comportamiento como las conductas de evitación.
Asimismo, el TP se acompaña con frecuencia de agorafobia o miedo a quedarse solo en lugares públicos, en especial de los que podría ser difícil salir en forma rápida si la persona experimentara una crisis de angustia, o ante aquellas situaciones o lugares en los que han presentado un ataque de pánico, lo cual interfiere de forma importante en la calidad de vida de los pacientes.
Las crisis de angustia se originan por la existencia de una «red del miedo» extremadamente sensible, que se centra en la amígdala y sus interacciones con el hipocampo y la corteza prefrontal medial.
Finalmente, las investigadoras consideran que la evaluación neuropsicológica es relevante para obtener una valoración objetiva que permite conocer las habilidades y déficits cognoscitivos y conductuales de los pacientes con trastornos psiquiátricos para hacer una predicción sobre el curso de la enfermedad, elegir el tipo de tratamiento de forma objetiva, así como establecer estrategias que mejoren el pronóstico del trastorno.